La crioterapia consiste en aplicar frío en el músculo o músculos trabajados para acelerar la recuperación tras una sesión de entrenamiento.
Se puede aplicar de varias formas. Una de ellas es muy costosa, por eso no se suele aplicar. Esta es una sauna de frío donde el/la deportista se mete un determinado tiempo a -200ºC aproximadamente. Otra técnica menos cara pero tampoco apta para todos los públicos son las máquinas de presoterapia (más adelante hablaremos sobre esto). La otra técnica más económica es llenar la bañera o un cubo de agua fría (se pueden utilizar cubitos de hielo para más frío) y meterte dentro.
Tiene muchos beneficios:
✓ Se comprimen los vasos sanguíneos y se disminuye la actividad metabólica, reduciendo el hinchazón regenerando las microroturas producidas durante la sesión.
✓ Se acelera el torrente sanguíneo reciclando células muertas por el entrenamiento, es decir, elimina desechos metabólicos.
✓ Disminuye el dolor, la temperatura corporal, espasmos musculares, la inflamación…
✓ Mejora la circulación, el metabolismo y aumenta la consistencia de los tejidos…
Además se puede aplicar baños de contraste.
Según un estudio en el International Journal of Sports Medicine mejoraba en torno al 0,1% hasta el 2% el rendimiento. Parecerá muy poco e insignificante pero todo suma. Un deportista de alto rendimiento, ese porcentaje puede hacerle ganar una carrera, levantar más peso o no fallar en su deporte ante un rival.
Tras la sesión, para mejorar y aumentar el flujo sanguíneo se puede combinar frío con calor, así mejoraremos procesos de regeneración muscular.
Mi consejo: Lo ideal es aplicar la crioterapia tras la sesión. Después de un rato aplicar el contraste de temperatura durante unos segundos o incluso minutos. Si notáis que con el frío únicamente ya recuperáis y os encontráis bien, adelante!
Como norma general, debemos aplicar hielo las primeras 72 horas cuando estemos ante una inflamación, golpe, dolor… así la zona que esté inflamada cesará y notaremos mejoría.
Pasadas estas 72 horas, lo recomendable es aplicar calor para que tenga un efecto sedante y relaje la zona. Provocaremos que llegue más sangre a esa zona y la oxigenaremos. Aplicaremos calor en dolores musculares o articulares siempre y cuando no haya inflamación en la zona.
Hay lesiones que se curan con frío, otras se curan con calor, y otras que pueden llegar a curarse utilizando cambios de temperatura.
Lesiones «pequeñas» o de corta duración podemos aplicar inmediatamente frío y pasadas las horas calor. Así sería como se recuperaría de forma rápida y eficaz.
El frío y el calor sería recomendable aplicarlo en intervalos de 10-30 minutos cada 2 horas.
Para aplicar el frío o el calor la mejor forma es que sea seco, es decir, el frío se puede aplicar con un gel azul metido en una bolsa de plástico. Viene acompañado de una cinta compresiva para sujetar la zona. Debe estar en el congelador y en el momento del golpe o lesión sacar y poner.
El calor en forma de manta térmica. Lo mejor es tumbarse o sentarse, estar relajado mientras el calor hace su función en la zona a tratar.
Hay que tener cuidado con cuando aplicamos frío o calor ya que altera la sensibilidad y puede provocar quemaduras, por lo que es recomendable que no toque directamente la piel.
No siempre se debe aplicar frío o calor. No se aplicará cuando haya heridas abiertas, infecciones, hemorragias…
Si no sabemos cuando aplicar frío o cuando aplicar calor lo más recomendable es contactar con un profesional y valorará que hacer.